El monte Calvo

Túrin interroga a Mîm, el enano mezquino

Después de que Beleg se fue, Túrin no volvió a atacar a hombres o a elfos, solo a orcos. Entonces llevó a su banda hacia el monte Amon Rûdh, para ocultarse y descansar un poco de su vida siempre llena de persecuciones y peligros. En el camino se encontraron con tres enanos que huyeron al verlos, pero alcanzaron a uno y dispararon flechas hacia donde huyeron los otros dos.

-¿Quién eres? - preguntó Túrin enérgicamente

-Soy Mîm, no me hagas daño...

-¿Porqué tu y tus compañeros huyeron al vernos? - insistió con sospecha Túrin.

-Es que... es que temimos que nos hicieran daño... somos solo tres enanos que viven tranquilos en estos rumbos, no hemos hecho nada...

-Y los que huyeron, ¿a dónde irán? ¿nos traicionarán?

-No... no lo creo... vengan, déjenme llevarlos a mi casa, que esta oculta y nadie los encontrará ahí, yo los puedo hospedar...

Túrin se compadeció del enano ya anciano y estuvo de acuerdo. - ¿Dónde vives?

-Arriba, sobre el gran monte esta la casa de Mîm, Amon Rûdh se llama ahora, ya que los elfos siempre cambian los nombres.

-Muy bien, llévanos ahí.
Así, la banda se dirigió hacia Amon Rûdh al día siguiente. El monte se encontraba solitario en las planicies entre el Narog y el Sirion. Era muy alto, y el pico de el era completamente solitario, sin arboles ni nada mas que flores rojas por doquier.

-¡Miren! - dijo uno de la banda - hay sangre en la punta del cerro.

Llegaron pues y Mîm los recibió. Pero ahí se enteraron que uno de los otros enanos a los que dispararon casi al azar había sido alcanzado por una flecha y yacìa muerto en la sala de la casa de Mîm, y resulto que era uno de sus hijos, por lo que Mîm se entristeció mucho.

-¿Què sucede? - preguntó compadecido Tùrin.

-Khîm, uno de mis hijos esta muerto - sollozaba Mîm - por una flecha según me dijo mi otro hijo Ibun... esta muerto... - Mîm no paraba de lamentarse

-Todo esto es mi culpa, no se como recompensarte, pues ya nada traería a la vida a tu hijo... sin embargo si alguna vez llego a tener oro, te prometo darte una cantidad, como señal de dolor por la muerte de tu hijo, aun cuando ya no te puedas alegrar mas.

-Te oigo - dijo Mîm interesado - hablas como señor de los enanos y eso me sorprende, aunque no alegre mi corazón... pueden ustedes habitar aquí, el tiempo que quieran.

A veces, Túrin caminaba a solas por el monte y entonces miraba hacia el noroeste, y podía ver una delgada línea confundida con el horizonte y con niebla todo alrededor, que formaban a lo lejos las montañas de la Sombra, los muros naturales del hogar donde nació, y entonces se ponía muy melancólico. En ese tiempo, Túrin y Mîm pasaban mucho tiempo juntos y así aprendió sobre el origen del enano: pertenecía a una rama de los enanos de las montañas azules al este, pero antes de que Morgoth regresara, esta rama se separó de ellos y se fue a vivir a Beleriand. Pero antes también de que los enanos de Ered Luin trataran con los sindar de Beleriand, estos veían a los enanos de esta rama y pensaban que podrían cazarlos, por lo que los enanos mezquinos, como se les llamó después, vivían ocultos y no eran tan buenos en las artes manuales como sus parientes de Nogrod y Belegost. En un principio, los enanos mezquinos vivían en lo que después se conoció como Nargothrond, pero cuando llegó Finrod Felagund, huyeron y vivieron ya los muy pocos que quedaban ocultos por aqui y por allá. Mîm y sus hijos eran los últimos sobrevivientes de su raza.
Al llegar el invierno hubo una gran nevada y el frío fue muy crudo esa vez. En el crepúsculo de uno de tantos fríos días llegó un hombre, o eso parecía, fuerte y oculto por una capa blanca. Entró a la casa y se dirigió hacia el fuego. Los hombres de Túrin temieron pero el se rió y se quitó la capa. No era otro sino Beleg Cúthalion que regresaba con su amigo Túrin.

-¡Has regresado! - gritó Túrin emocionado. - Y traes el casco-Dragón contigo... ¡que gusto verte amigo!

-A mi también me da gusto Túrin, tanto tiempo sin vernos... ¿aún sigues empeñado en no regresar?

-Aún seguiré fuera de Doriath. ¿Aún sigues tú empeñado en no quedarte conmigo?

-Va contra mi sabiduría, sin embargo porque te estimo tanto, he decidido quedarme contigo, por lo menos un tiempo.

Beleg se quedó, y usando su sabiduría de elfo, curó a los enfermos y les dio del lembas de Melian, con lo que pronto se recuperaron los hombres de Túrin. Desde entonces, Túrin y Beleg pasaban mucho tiempo juntos y Mîm, que desconfiaba siempre de los elfos, se aisló y separó de Túrin y los demás asuntos en su casa. A Túrin no le importó mucho, ahora tenía a su amigo con quien hablar de cosas más interesantes que de oro y de refugios ocultos.

Túrin y su banda son guiados por Mîm hacia Amon Rûdh

 
 
Gorthol es traicionado
Sin embargo en el norte de Beleriand las cosas no pintaban muy bien. Morgoth pudo al fin, con su ejército de orcos, ganar más terreno y conquistó muchas partes al norte de Doriath (aunque no podían entrar a Doriath en sí) pero no iban más al sur, pues los orcos temían a un terror oculto que había ahí: Túrin volvió a usar el casco de Hador y se corrió el rumor que el Casco y el Arco que habían caído en el norte se volvieron a levantar ahí y cuidaban el lugar. En ese entonces Túrin se volvió a cambiar el nombre por Gorthol, el Casco Terrible. Y los hechos de los dos capitanes llegaron a ser conocidos en Menegroth, en Nargothrond e incluso a Gondolin llegó el rumor. Pero también en Angband: por el casco-Dragón, Morgoth supo que el hijo de Húrin se había revelado a sí mismo y rodeó Amon Rûdh de espías.

Un día iban Mîm e Ibun recogiendo raíces cuando fueron capturados por orcos. Y por segunda vez Mîm prometió llevar a sus enemigos a su casa en Amon Rûdh.

-Pero a Gorthol - aclaró y demandó Mîm - no le harán ningún daño, ¿queda claro?

-¡Ja ja! ciertamente Túrin, hijo de Húrin no sera muerto, lo verás - le contestaron burlándose los orcos.

Así fue traicionado Túrin y sus amigos. Muchos cayeron muertos mientras dormían, pero otros pudieron salir y lucharon hasta el final, aunque todos cayeron muertos y su sangre se confundía con el rojo de las flores que cubrían la punta del cerro. Sobre Túrin fue puesta una red mientras luchaba con valentía, y fue capturado y los orcos se lo llevaron de ahí.

Al final, Mîm salió de su escondite y vio a todos los muertos tirados ahí en su casa; sin embargo se dio cuenta que no todos estaban muertos, pues uno de los cuerpos se le quedó mirando, y no era otro más que Beleg, el elfo. Mîm, enojado y con rencor fue y tomó a Anglachel del piso para matar a Beleg, pero el elfo fue más rápido y detuvo al enano, que huyó corriendo de ahí.

-¡La venganza de la casa de Hador te alcanzará! - gritó iracundo Beleg.

Beleg estaba muy herido, pero al ser muy sabio en el arte de curar y también muy fuerte, se recuperó. Buscó entre los muertos y se dio cuenta entonces que Túrin había sido llevado preso de ahí, a Angband como Húrin lo fue también. Entonces Beleg fue tras ellos...
 
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