Beleg encuentra a Neithan

 Beleg capturado por la banda de Neithan

Pasó un año y entonces Beleg al estar en las tierras al sur del Teiglin fue capturado por una banda de ladrones y criminales desesperados, que ya no hacían diferencia entre orcos, elfos y hombres, y lo castigaron y lo maltrataron.

Pero Túrin era jefe de la banda: los había encontrado casi al principio de su huida de Doriath y en muy poco tiempo terminó haciéndose su líder, solo que entre ellos se llamó a sí mismo Neithan, el Culpable. El no estaba cuando capturaron a Beleg, pero cuando llegó con ellos y al ver a Beleg así, se arrepintió de todo lo que había hecho y les mandó que lo dejaran en paz, lo cual hicieron al instante.

-¡Amigo! ¡por fin te encuentro¡ - le dijo Beleg, olvidándose por completo de lo que acababa de pasar.

-Que hay Beleg, ¿el rey te mandó a buscarme para apresarme?

-No Túrin, estas equivocado. Yo me ofrecí para buscarte, todos en Menegroth están preocupados por ti, y el rey más que cualquiera.

-¿Pero cómo? si yo maté a Saeros...

-Tú no lo mataste, Mablung me lo dijo, y el rey ya te ha perdonado desde hace un año, ¿no lo sabías? Eres casi como su hijo y te estima mucho, y el sabe que no harías tal cosa si no que todo fue un accidente, como nos platicaron Mablung y todos los que estaban en aquel día con ustedes.

-Vaya, eso no lo sabía...
- Te necesitamos en Doriath Túrin, hacen falta personas como tu, valientes en la batalla para defender a Beleriand. Desde hace tanto que sabes que los orcos invaden constantemente estas tierras que ya no conocen la paz. Últimamente han encontrado un nuevo lugar donde hacen mucho daño, allá al norte donde solíamos combatir juntos...

-No Beleg, no quiero regresar, aún habiendo sido perdonado por el rey, ese lugar no me deja ya nada...

-Eres muy orgulloso Túrin, y muy duro de corazón. Créeme, en Doriath se te estima mucho.

-No regresaré, olvídalo. - Túrin estaba decidido a seguir hasta el final con su decisión y con su exilio que él mismo se impuso, el orgullo pudo más incluso que la fuerte amistad que los unía. - ¿Porqué no te quedas tu aquí Beleg? Juntos lucharíamos como antes contra los orcos...

-No Túrin, esta es tu decisión. Soy tu amigo pero aún así, si quieres que Arcofuerte este a tu lado, ven a buscarme al norte de Doriath, porque ahí regresaré a donde se me requiere.

Al día siguiente, Beleg y Túrin se despidieron tristemente, cada uno hubiera deseado quedarse con el otro y luchar juntos como antes, pero para Beleg el deber fue primero, y tristemente, para Túrin el orgullo ganó.

Beleg regresó a Doriath, y fue de inmediato a hablar con Thingol y Melian.

-¡Saludos Beleg Cúthalion!, ¿cómo te encuentras luego de tanto tiempo? ¿cómo está Túrin mi hijo?

-¡Saludos sabios reyes!, sobre Túrin, te diré que lo encontré y está sano y salvo. Sobre mi viaje te contaré en seguida... - Y así Beleg les contó a Thingol y Melian todo lo que le pasó en ese año hasta llegar a su encuentro con Túrin; únicamente no dijo nada del cautiverio y maltrato por parte de los hombres de Túrin. - Y por último le pedí a Túrin que regresara a Doriath. Le hablé de como es necesario un hombre tan valiente como él, y también de tu perdón, pero no quiso escuchar y prefirió quedarse como exiliado y bandido en esas tierras ahora salvajes.

-¿Pero qué mas quiere de mi Túrin? ¿qué mas podemos hacer para convencerlo de que regrese?

-Tal vez muy poco pues su orgullo es mucho, como lo comprobé. Pero dame permiso otra vez señor y yo lo cuidaré y lo guiaré. Así sabrán que los elfos siempre hablamos con verdad y no me gustaría que él se desperdiciara nada mas así como así.

Thingol y Melian estaban sorprendidos de tanta lealtad en Beleg hacia Túrin, y notaban lo tanto que lo apreciaba. -¡Beleg Cúthalion! te has ganado mi agradecimiento por muchas cosas que has hecho, pero el que hayas encontrado a mi hijo, ¿cómo agradecerte? Pide cualquier cosa y se te dará.

-Si es así rey, entonces permíteme tener una espada que valga la pena: Pues mi arco no es suficiente para combatir a los orcos en el número que ahora vienen.

-Bien, escoge pues cualquiera de las que tengo, menos Aranrúth, que es mía.

-Escojo esta: Anglachel, la espada negra hecha del hierro que cayó del cielo.

Pero Melian, al ver la espada, sabía que algo malo había en ella. -Esta espada guarda poca lealtad a quien la use, aquel que la forjó tenía un corazón oscuro y en la espada reside también esa oscuridad.

-Aún así, la usaré mientras pueda y tenga oportunidad.

-Pues entonces - dijo Melian - te daré otro regalo Cúthalion para que te ayude y puedas ayudar a quienes escogieras: lembas para el camino. - Mejor regalo no pudo dar la reina a Beleg, y a Túrin, pues el lembas es un alimento exclusivo de los elfos, y solo pocos hombres han podido probarlo. Y aquel que lo hace se fortalece y el hambre no lo toca en mucho tiempo.

Beleg muy agradecido con Thingol y sobre todo con Melian, se retiró al norte de Doriath, donde luchó por un tiempo contra los orcos: Anglachel mató a muchos de ellos. Pero en el invierno, Beleg se fue de ahí para siempre y se fue otra vez en busca de su amigo.
 
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