El Hombre Salvaje de los Bosques
Túrin llegó cansado a Ivrin, había corrido por 40 leguas sin descanso. Pero las aguas del Ivrin ya no existían, eran solo pantanos y charcos. Con pesadez y dolor llegó por fin a Dor-lómin. Pero encontró que su casa estaba desierta y que Morwen no estaba. Así que se dirigió a la casa de un hombre cetrino, cuya esposa era de la casa de Húrin y les había ayudado siempre cuando estaban ahí. Ahí se enteró que Morwen se había ido por fin con Nienor, y como al principio no le dijeron a donde, los amenazó a todos con su espada Gurthang que se lo dijeran. Entonces le revelaron que se había ido a Doriath en busca de su hijo, -Pudieron irse gracias a que las tierras de aquí al reino escondido fueron libradas del mal por un tiempo por la Espada Negra del sur, que según dicen, cayó hace poco.

Entonces los ojos de Túrin se abrieron y se deshicieron todas las mentiras que el dragón le había dicho. Y lleno de ira por esto, y por la angustia y por la malicia de los opresores de Morwen, mató ahí a todos los hombres cetrinos que se encontraban en esa casa, y huyó de ahí. En principio vivió ayudado por algunas personas de la casa de Hador que vivían aún ahí. Pero los dejó pronto y volvió al valle del Sirion. Estaba triste, pues por sus actos había traído más odio contra los que quedaban de su propia gente en su propia tierra, así que huyó. Solo una cosa le venía a la mente que lo confortaba: -Bueno -se decía a si mismo - por lo menos gracias a la valentía de Mormegil, los caminos a Doriath se abrieron para Morwen. Todos esos hechos no fueron todos para mal como dijo el dragón. ¿qué mejor lugar para que ellas se fueran sino Doriath? Melian y su encanto sobre Doriath las guardarán y vivirán en paz. Las dejaré pues en paz por un buen rato.

Y Túrin entonces, dejando las montañas de la Sombra, se fue en busca de Finduilas, aunque en vano pues nunca la encontró. En su búsqueda, una vez llegó a las orillas al sur del Teiglin, donde ayudó a algunos hombres de Brethil que estaban en problemas con unos orcos. Pero estos corrieron a la vista de Gurthang y los dejaron en paz.

-¡Gracias valiente hombre! ¿quién eres?

-Mi nombre es el Hombre Salvaje de los Bosques, si es que quieren saberlo.

-Pues bien, ¿te gustaría venir a vivir con nosotros?, te ves cansado y acabado, con nosotros podrás descansar, y la verdad, necesitamos de personas como tú en nuestra tierra que es este bosque, donde cada vez hay menos paz.

-Lo siento, no puedo, tengo que cumplir aún una promesa: debo encontrar a Finduilas, la princesa de Nargothrond, hija de Orodreth.

-Mira - le dijo Dorlas, el líder del grupo - Hace poco nos encontramos con una compañía de orcos que guiaban a varios prisioneros hacia el norte, y los atacamos para liberar a los presos, pero los orcos desesperados, mataron ahí a cada uno de todos sus prisioneros, y a una alta y bella princesa, la clavaron a un árbol con una lanza, sus últimas palabras fueron: "¡Digan al Mormegil que Finduilas está aquí!". Nosotros fuimos y la enterramos en un monte, al que llamamos Haudh-en-Elleth, el monte de la doncella elfo.

-Llévenme entonces ahí - dijo Túrin preocupado.

Cuando llegaron, Túrin se hecho sobre el monte, llorando desesperadamente. Pero Dorlas, al ver su espada negra y por la fama que tenía incluso en Brethil, supo que este Hombre Salvaje de los Bosques no era otro sino el Mormegil de Nargothrond, de quien se rumoraba ahí que no era otro si no el hijo de Húrin de Dor-lómin. Lo llevaron entonces a Amon Obel, el lugar donde vivían ahora encercados los hombres de Brethil. Ahí, Brandir el cojo lo recibió, aunque con dudas y temores, pues a el le gustaba la vida en secreto y relativa paz que llevaban, y con el Mormegil ahí, no sabía que sucedería ahora. Ahí Túrin quedó curado del todo físicamente pero también del mal que lo atormentaba en el corazón y volvió a ser fuerte y sano otra vez entre los hombres de Brethil.
 
 
Morwen y Nienor
Las noticias de la caída de Nargothrond llegaron también a Doriath, donde los sobrevivientes buscaron mayormente refugio, donde Thingol los recibió.

-Rey, una gran desgracia ocurrió - se lamentaban con Thingol los pobres refugiados. - Nargothrond, la ciudad fundada por Finrod tu sobrino cayó a manos de Glaurung y los orcos de Morgoth, ahora no quedan más que ruinas.

-Cierto - decían otros - y ahora Glaurung descansa ahí sobre las riquezas de Felagund y Nargothrond ya no existe más.

-No - contestaban los primeros - ya nadie vive ahí, hasta el dragón se fue y abandonó por completo la ciudad. - y nadie se ponía de acuerdo.

-Y el Mormegil, el murió a manos del dragón - decían unos.

-No, a manos de orcos en el norte - decían otros.

-No -decían otros más - el sigue bajo el hechizo del dragón y está ahí frente a las puertas destruidas de Felagund, quieto como una estatua.

-No importa- decían los primeros- lo que si es seguro, es que para todos en Nargothrond, era muy conocido que el Mormegil no es otro sino Túrin, hijo de Húrin de Dor-lómin.

Toda la corte de Thingol oyó esto, incluso Morwen y Nienor, y entonces un gran dolor les llegó al corazón, y Morwen entonces habló con Melian.

-Reina Melian, mi corazón me pide ahora que te pida a ti un favor tuyo.

-¿Qué sucede Morwen? te veo triste y confundida, ¿en qué puedo ayudar?

-Es que al enterarme que mi hijo estaba en Nargothrond, siento ahora que debo continuar mi búsqueda, debo ir a buscarlo, para saber si en verdad murió, o si está en Nargothrond, o encontrarlo donde quiera que esté...

-Pero Morwen, ya oiste las palabras de la gente de Nargothrond, ya nada queda ahí, todo está destruido, puede que el dragón siga por ahí, no debes precipitarte, espera aún, se que Thingol comenzará la búsqueda pronto, y yo se lo aconsejaré, espera.

-No, no puedo abandonar a mi hijo otra vez así, iré en su búsqueda...

Y sin hacer caso del sabio consejo de Melian, Morwen salió de Menegroth para ir a buscar a Túrin. Ellas no la vieron, pero Nienor escuchó todo esto, y al saber que su madre se iría en busca de su hermano, se dijo -Pues yo también iré, haré de la búsqueda de Morwen mi propia búsqueda también- asi que a escondidas salió también, disfrazada. Thingol entonces mandó a Mablung y a otros para convencerla de que regresara, que el mismo rey se encargaría de la búsqueda, pero Morwen no quizo regresar. Entonces se dieron cuenta que Nienor iba ahí también, disfrazada:

-¡Hija, regresa a Menegroth! - le ordenó Morwen a Nienor - esta búsqueda es mía nada más, no puedo arriesgar tu vida también al venir conmigo.

-No mamá, no regresaré, si tu no regresas también. Aún sin conocerlo, quiero a mi hermano y veo como sufres por el. Si tu lo buscas, lo buscaré yo también.

Como no podían convencerlas, a Mablung no le quedó de otra más que acompañarlas fuera de Doriath. Llegaron por fin a un monte a una legua de las puertas de Nargothrond: -Esperen aquí damas de Dor-lómin - les pidió Mablung - mis hombres y yo iremos adelante para saber el peligro que pueda haber allá. - Y dejándolas con una guardia, Mablung se adelantó hacia Nargothrond.

Pero Glaurung los había visto, así que levantó sobre el río una neblina en la que Mablung y sus hombres se perdieron, y se dirigió hacia aquel monte.
 

 Nienor es hechizada por Glaurung

-¡Vámonos de aquí! -les pedían los guardias a Morwen y Nienor, pero ellas preferían esperar a Mablung y saber que noticias les traerían. Entonces la neblina llegó también ahí y sus caballos se alocaron, mandando a los guardias muy lejos y tirando a otros, o estrellándolos y matándolos contra árboles y rocas. Morwen entonces se perdió y ninguna historia supo decir con certeza que pasó con ella. Nienor al verse perdida decidió regresar a aquel monte a esperar a Mablung.

Glaurung ya estaba ahí, y cuando Nienor llegó a la cima, se encontró cara a cara con el dragón, el cual la dominó con su mirada. Nienor luchó por un momento, pero al final fue vencida por la malicia en los ojos de Glaurung y no pudo más.

-Saludos Nienor, hija de Húrin, como dije a tu hermano te dijo a ti, ¡buen encuentro! No luches más contra mí, que mi poder te ganará. Duerme ahora en la oscuridad, no oigas ni veas nada, súmete en la oscuridad de la que vengo y quédate quieta. Olvidarás todo, tu nombre y el nombre de las cosas y las personas, tu pasado y tu presente, olvídalos ya, y tu misma lengua no la recuerdes...
 
Entonces Nienor quedó sumida en el hechizo. Glaurung la dejó ahí y se fue a Nargothrond. Mablung, luego de correr un alto riesgo al adentrarse a Nargothrond y explorar los cuartos de Felagund en las cavernas cuando el dragón los dejó, salió de ahí luego de un rato. Al saber que el dragón regresaba, cruzó el río a nado y se escondió. Pasado el peligro regresó al monte donde había dejado a Morwen y Nienor.

-¡Nienor! que bueno que estás bien, ¿dónde esta Morwen? ¿y los demás?... - Pero Nienor no contestaba nada, ni siquiera se movía, estaba ahí como una estatua de piedra. -¡Vamos, salgamos de aquí! - Pero Nienor no hacía nada. Entonces Mablung la tomó de la mano, y Nienor por lo menos, se dejaba guiar. Así salieron los dos de ahí, Mablung guiando a Nienor y encontraron a tres de los compañeros de Mablung, con quienes se fueron. Se dirigieron todos a Doriath para ponerse a salvo ahí. Poco a poco Nienor recobraba las fuerzas, aunque aún no oía ni veía nada, sino que caminaba ciegamente.

Por fin Nienor quizo descansar y la dejaron, mientras ellos también descansaban. Pero ahí los atacó una banda de orcos, que los despertó a todos. Y Nienor de pronto recuperó sus sentidos y oyó los gritos y vió toda la confusión, asi que quedó muy espantada y se echó a correr.

Los orcos fueron tras de ella, y los elfos fueron tras de los orcos, a quienes alcanzaron y dieron muerte, pero a Nienor ya no la encontraron, así que regresaron a Doriath horriblemente apesadumbrados.

-Rey Thingol -habló Mablung - son horribles las noticias que te traemos, no se como decirlas...

-Habla Mablung, tu siempre has sido fiel conmigo, no temas...

-Pues sucede entonces, que no cumplí con el deber que me encargaste, de cuidar de Morwen y Nienor como me lo pediste tu y la reina.

-¿Pues qué sucedió? - preguntó Melian preocupada.

-Morwen y Nienor se perdieron mis reyes... - y les contó entonces toda la historia desde que alcanzaron a Morwen y cuando descubrieron a Nienor entre ellos hasta que los atacaron los orcos y Nienor se perdió. Y entonces Thingol y Melian quedaron muy tristes sin saber que hacer. - Pero yo me ofrezco Thingol, para ir a buscarlas personalmente hasta donde sea necesario, porque fue por mi culpa que se perdieron.

-No fue tu culpa Mablung, pero si así lo deseas, tienes mi permiso para buscarlas, a mi también me preocupa mucho este asunto, siempre nos ha salido mal todo con esta familia y eso si es mi culpa...
 
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