La Última Desgracia
Ahí, ella encontró al dragón yaciendo inmóvil y de lado. Pero ella no le hizo caso, sino que al ver a un hombre yaciendo ahí también, corrió junto a él.

Se quedó junto a él y gritaba ¡Turambar! ¡Turambar!, pero el no parecía responder.

Al ver su mano herida, la lavó con sus lágrimas y la cubrió con un pedazo de su ropa y luego lo besó, llorando y pidiéndole que se levantara.

Entonces Glaurung volvió a despertar y con su último respiro, dijo:

-¡Saludos Nienor, hija de Húrin! Nos volvemos a encontrar antes del fin. Te doy la gracia de haber encontrado por fin a tu hermano. Ahora lo conoces y lo conocerás bien: una puñalada en la oscuridad, un traidor con sus enemigos, un infiel con sus amigos y una maldición a su parentela, ¡Túrin hijo de Húrin!. Pero de todas las cosas que el hizo, ¡la peor la sientes ya dentro de tu ser!

Entonces Glaurung murió y todo velo de su malicia le fue quitado a ella, y al tiempo que sentía en su vientre aquello que no se había atrevido a comentarle a Turambar, recordó todo lo que había olvidado de su pasado y lloró. Entonces viendo a Túrin lloró y dijo -A Túrin Turambar turún' ambartanen (oh Túrin amo del destino, por el destino dominado), feliz de estar ya muerto

 Glaurung confiesa a Nienor toda la verdad

 
Brandir había oido todo desde lejos y se le acercó. Ella al verlo huyó al momento llena de horror y de miedo, y llegando junto a la cascada, se tiró en ella, y se perdió en las aguas ruidosas. Brandir fue hacia allá, pero se volvió con horror queriendo también suicidarse, pero no pudiendo.

Desde entonces esa cascada que se llamaba Cabed-en-Aras fue conocida como Cabed Naeramarth, el Salto del Destino Terrible, y nadie se acercaba ya al lugar, ni las aves ni las bestias. Brandir huyó entonces hacia Nen Girith. Pero Türin se levantó cuando el dragón murió, sin más hechizo que lo atara y quedó solo desmayado por un rato. El frío de la noche lo levantó y se encontró a Gurthang a su lado, y vio que su mano había sido curada con cuidado, pero al llamar nadie contestó. Así que enfermo y débil, se dirigió hacia Nen Girith, a buscar a Níniel.

Mientras huía Brandir se encontró con Dorlas, al cual mató, la primer persona a quien mataba, y la última... Y entonces llegó a Nen Girith:

-¿Has visto a Níniel? Ella se fue, ¿dónde está? - le preguntaron todos

-Níniel se ha ido para siempre, el dragón está muerto y Turambar también, todo esto es para bien.

-¡Cómo! ¿Turambar muerto? ¡¿y eso es bueno?!

-¡Escúchenme! Níniel también está muerta. Se tiró al Teiglin sin desear más la vida al saber que ella no era otra sino Nienor hija de Húrin de Dor-lómin y que Turambar era su hermano, Túrin hijo de Húrin.

En ese momento se apareció Turambar entre ellos y todos se espantaron. -¡No teman! -les dijo Turambar. -El dragón está muerto y yo vivo... ¿porqué no siguieron mi consejo y vinieron hasta acá? ¿dónde está Níniel? quisiera verla; no la trajeron a ella hasta acá, ¿o si?

-No, no la trajimos, -contestó Brandir- Pero Níniel... está muerta.

-¡No!, -gritó la esposa de Dorlas- el está loco, llegó aquí diciendo que tú estabas muerto y que eso era bueno, pero estas vivo.

-Entonces ¡tú!, -le dijo enfurecido Turambar- tu siempre has hecho y dicho cosas contra mí y contra Níniel por tus celos, ¡tu pie de palo!

-No, te equivocas- le contestó atemorizado Brandir- Cuando llegué junto al dragón oí como le decía a Níniel toda la verdad, sí, a tu esposa Nienor hija de Húrin que sin que tu lo supieras, estaba preñada de un hijo tuyo. Dijo de ti ser una puñalada en la oscuridad, un traidor con sus enemigos, un infiel con sus amigos y una maldición para tu parentela, ciertamente parece haberla porque a ti y a tu familia siempre los siguen la mala suerte.

-¡La muerte de Níniel es tu culpa! ¡tu la orillaste a que se matara! ¡y luego vas a publicar estas mentiras de Glaurung como si nada, o las inventas tu mismo! ¡maldito seas entonces! -y tomando a Gurthang, lo mató ahí mismo y luego huyó.
 
 
La Tragedia de Túrin
Entonces Túrin corrió y llegó a Haudh-en-Elleth y allí se sentó llorando, un poco más calmado, considerando y reconsiderando toda su vida.

-¡Finduilas! ¡Finduilas! -gritaba- ¡ojalá estuvieras viva y me dijeras que hacer ahora!, ¿estará bien ir a Doriath a buscar a mi familia? ¿o los dejo y busco la muerte en la batalla?

Mientras se decía esto, apareció Mablung con algunos elfos grises, que habían llegado ahí luego de oir rumores de que Glaurung estaba en Brethil, y sabiendo que la Espada Negra de Nargothrond estaba ahí, quizo ir a ayudarlo (pues ya era conocido que el Mormegil no era otro sino Túrin).

-¡Túrin estas aqui! ¡que alegría verte hermano! acabo de ver esa desolación que hay allá atrás, venimos a ayudarte contra el dragón

-Es demasiado tarde, el dragón ya está muerto.

Y comprendieron que fue precisamente el quien lo mató. -¡Pero que bien! ¡eres el mejor! ¡viva Túrin, el mata-dragones!

-Déjense de eso, solo quiero me digan una cosa: ¿que pasó con mi familia? en Dor-lómin supe que habían huído hacia Doriath.

Todos se quedaron callados, y al final Mablung habló: -Morwen y Nienor, ellas llegaron a Doriath y todos ahí se alegraron. Después de la caída de Nargothrond supimos todos que el Mormegil eras tu, pero se decía que habías muerto o estabas perdido. Tu madre y tu hermana no hicieron caso de ningún consejo y salieron a buscarte. Yo mismo las acompañé para cuidarlas por encargo de Thingol y Melian. Pero el dragón nos sorprendió, Morwen se perdió y Nienor cayó en un encanto donde olvidó todo, después nos atacaron y ella también se perdió...

Entonces Túrin, al oír toda la verdad supo que hasta el destino lo había tocado y que había matado a Brandir injustamente, con lo que todas las palabras de Glaurung terminaron cumpliéndose. Entonces enloquecido les dijo:

-¡Vaya que amarga broma es esta! ¡Vete ya Mablung, lárgate y regresa a Doriath! ¡y maldito seas en tu camino de regreso! ¡maldito tu, tu camino y lo que sea que hagas! Esto es lo único que faltaba... ahora la noche se acerca...

Corrió lejos de ellos y sorprendidos no lo pudieron alcanzar, Mablung no estaba ofendido, si no compadecido de su amigo, sin saber que locura lo había tocado. Y fueron tras de él. Túrin llegó a Cabed-en-Aras y oyó las aguas que rugían debajo, y vio como las hojas caían al piso, por el invierno que venía. Y tomando su espada le dijo:

-¡Saludos Gurthang! No conoces ningún señor ni ninguna lealtad, más que de la mano que te use. De ninguna sangre te arrepientes. ¿No tomarías a Túrin Turambar, no lo matarías suavemente?

Y entonces Túrin, ya loco, pensó que oía a la espada hablar: -Si, beberé tu sangre con gusto, para que olvide la sangre de Beleg mi amo, y la de Brandir muerto injustamente. Te mataré suavemente...

Entonces Túrin tomó la espada, la colocó con la empuñadura contra el suelo y se lanzó sobre la punta de Gurthang, y la esapada negra tomó su vida...
 
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