La muerte de Glaurung
Antes de que terminara ese mismo año, Glaurung mandó a varios orcos a Brethil, pero Turambar prometió a Níniel no luchar más, así que se quedó en casa. Pero los hombres de Brethil no pudieron contra los orcos.

-Eres muy malagradecido Turambar - le dijo Dorlas - los hombres de Brethil te hemos ayudado en tu necesidad siempre, y ahora que nos tomas como tu pueblo, no nos ayudas.

-Pero Níniel...

-Pues si prefieres que los orcos nos venzan y terminen matándola a ella también...

-Está bien, iré, que no se diga que Turambar no ayuda a quienes le ayudan.

Así que Turambar volvió a tomar a Gurthang y guiando a los hombres de Brethil vencieron a los orcos. Y Glaurung entonces volvió a oír rumores de la Espada Negra en Brethil, así que comenzó a planear nuevas maldades y venganzas...

En la primavera, Níniel estaba triste y cansada, y para entonces llegaron noticias a Amon Obel que Glaurung dejaba Nargothrond y se dirigía al norte. La esperanza estaba en que Glaurung regresaría a Angband y se pasaría de largo. Turambar mandó a hombres a vigilarlo, ya que para entonces, él ya disponía las cosas como deseaba, y nadie hacía mucho caso de Brandir. Cerca del verano, Glaurung llegó a las costas del oeste del Teiglin y ahí se quedó descansando, dejando claro que no se seguiría y pretendía hacerles daño.

Turambar entonces tuvo un plan. Era inútil ir contra el dragón con todas las fuerzas, pues su fuego los consumiría y nada podrían hacer. Sería mejor ir pocos hombres ahí y si con suerte llegaban a su lado ocultos, matarlo mientras durmiera. El mismo se ofreció para la empresa, y al resto les pidió que se mantuvieran alerta. Si el dragón ganaba, iría contra ellos de inmediato, por lo que tendrían que huir. Después de poco tiempo Glaurung regresaría a Angband o a Nargothrond, pero no era probable que se quedara ahí.

Todos acordaron que el plan era exelente, pero cuando Turambar pidió compañeros, nadie quiso ir con el. Solo Dorlas lo quizo acompañar, el cual comenzó a hablar mal de Brandir el cojo, que no hacía nada por su pueblo. Entonces Hunthor, pariente de Brandir, se ofreció también para ir con Turambar. Y ya antes de irse contra el dragón, Turambar fue a hablar con Níniel:

-Es hora de irme Níniel, a cumplir lo que prometí a este pueblo que nos ha cuidado a ti y a mí.

-No Turambar, no vayas, algo me dice que corres peligro, no vayas...

-Debo ir Níniel, lo sabes, solo vine por mi espada y a despedirme... estaré bien, lo verás cuando regrese.

Sin embargo ella estaba triste y angustiada y cuando él se iba, lloraba. Pero él y sus dos compañeros se fueron hacia Nen Girith, a buscar a Glaurung.

Ella no quizo esperar y con varias personas que la acompañaron, se fueron también hacia Nen Girith. Brandir no quería que ella corriera peligro, y la quizo convencer a ella y los demás que regresaran, pero nadie le hizo caso. Entonces Brandir renunció a su puesto como jefe de los hombres de Brethil y cualquier cariño que tenía por esas personas, y solo con el amor que sentía por Níniel, tomó una espada y decidió seguirlos, pero siendo cojo quedó rezagado.
 
Al llegar a Nen Girith, Turambar y sus compañeros supieron que Glaurung estaba descansando más al norte junto a una caída de agua del Teiglin. Turambar entonces tuvo un plan: intentarían pasar sobre la cascada, bajando primero, cruzándola y luego subiendo otra vez y así sorprenderían a Glaurung. Pero entonces Dorlas sintió miedo al llegar ahí y huyó lleno de vergüenza. Turambar y Hunthor entonces cruzaron el Teiglin con seguridad, pero al ir escalando otra vez, Glaurung se despertó y se movíó, pasando medio cuerpo sobre el Teiglin. Muchas rocas cayeron y una de ellas cayó sobre Hunthor, al cual mató y el cayó al río, de la casa de Haleth, de los más valientes.

Así, solo Turambar terminó la escalada hasta llegar justo debajo del vientre blando el dragón. Sacó a Gurthang y con toda la fuerza de su brazo y con todo su odio, encajó la espada hasta su empuñadura en el vientre de Glaurung. Entonces el dragón sintió un gran dolor y gritó y comenzó a lanzar fuego por todas partes, quemando y destrozando todo a su alrededor. Hasta que sus fuegos se apagaron y se quedó quieto ahí, en agonía y casi muerto.

Gurthang se quedó clavada en el vientre de Glaurung, y entonces Turambar, queriendo recuperar su espada, volvió a cruzar las aguas violentas y encontró al dragón acostado de un lado, con la empuñadura de Gurthang sobresaliendo de su vientre.

Entonces Turambar tomó las empuñaduras y con un pie sobre el vientre de Glaurung, jaló la espada hasta sacarla de ahí por completo. Y gritó:

-¡Saludos Gusano de Morgoth! ¡Buen encuentro otra vez! ¡Muere ahora y que la oscuridad te tome! ¡Ahora Túrin hijo de Húrin es vengado!

Tomó la espada, pero había sangre negra en ella que le quemó la mano. Entonces Glaurung abrió los ojos, y por el odio de su mirada y por el dolor de la quemadura, Turambar cayó desmayado como muerto, con su espada a un lado.

Turambar encaja a Gurthang en el vientre de Glaurung

 
Los gritos de Glaurung resonaron en todo el bosque y llegaron a la gente que ya había alcanzado Nen Girith. Al oirlos y al ver a lo lejos el fuego y el desastre que había causado el dragón, pensaron que había trinufado y todos huyeron... menos Níniel. Ante tales gritos y por el miedo, le regresaron los escalofríos y volvió a quedarse estática, como no oyendo ni viendo junto a las aguas del Teiglin. Ahí la encontró Brandir, que llegó cojeando dolorosamente.

Cuando él se enteró de todo lo que pensaban que había sucedido, pensó -Turambar está muerto, pero Níniel vive. Tal vez ella quiera venir conmigo y yo la guiaré a salvo para que escapemos del dragón juntos...- Y hablando con ella le dijo -Ven, es hora de irnos, si quieres yo te guiaré. - y tomó su mano. Ella se levantó silenciosamente y lo siguió, pero por lo oscuro nadie vio hacia donde iban.

Al pasar cerca del lugar donde yacían Turambar y Glaurung, aunque ellos no lo sabían, se levantó la Luna por el horizonte y Níniel dijo - ¿Es este el camino?

-Pues la verdad, Níniel, no conozco ningún otro camino, sino aquel que nos lleve lo más lejos del odio de Glaurung y a donde podamos escapar.

-El Mormegil es mi esposo y mi amado. Debo ir a buscarlo. ¿Qué otra cosa pensaste tu?- y corriendo lo dejó atrás. Así llegó a un lugar conocido para ella: a lo lejos se veía Haudh-en-Elleth con la luz de la Luna, un gran dolor le llegó y quitándose la capa corrió hacia el sur. Su cabellera rubia brillaba con la Luna mientras corría.

Brandir la siguió desde lejos, aunque iba muy atrás para cuando ella llegó al lado del dragón.
 
 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12    

 Inicio

página de Javis